En el acto mundial, celebrado el 29 de septiembre con motivo de primer Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y sus asociados instaron a todos a trabajar más por reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos o se arriesgaban a que disminuyeran aún más la seguridad alimentaria y los recursos naturales.
Actualmente, alrededor de 690 millones de personas padecen hambre y 3 000 millones no pueden permitirse una dieta saludable. El hambre ha ido en aumento durante los últimos cinco años y la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) está poniendo en peligro la seguridad alimentaria y nutricional de hasta 132 millones de personas más. Además, nos enfrentamos a un deterioro de los ecosistemas y a las consecuencias del cambio climático.
Sin embargo, se siguen perdiendo y malgastando alimentos. Este año se ha registrado un aumento de la pérdida y el desperdicio de alimentos como resultado de las restricciones impuestas a los desplazamientos y el transporte debido a la pandemia.
Celebración del primer Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos el 29 de septiembre de 2020
No obstante, sin tener en cuenta la COVID-19, cada año se pierde alrededor del 14 % de los alimentos del mundo antes incluso de que lleguen al mercado. La pérdida de alimentos está valorada en 400 000 millones de USD anuales, cifra similar al PIB de Austria. A esto habría que añadir el desperdicio de alimentos, para el cual se realizarán nuevas estimaciones a principios de 2021. En lo que respecta al impacto ambiental, la pérdida y el desperdicio de alimentos generan el 8 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI).
La pérdida de alimentos se produce desde la explotación agrícola hasta la venta al por menor, excluida esta última, mientras que el desperdicio de alimentos tiene lugar en los ámbitos de la venta al por menor, los servicios alimentarios y los hogares. Las causas pueden abarcar desde la manipulación deficiente, el transporte o almacenamiento inadecuados, la falta de capacidad de la cadena de frío y las condiciones atmosféricas extremas hasta las normas sobre cuestiones estéticas y una falta de planificación y habilidades culinarias entre los consumidores.
En pocas palabras, reducir la pérdida o el desperdicio de alimentos significa una mayor cantidad de alimentos para todos, la reducción de las emisiones de GEI, la disminución de la presión sobre el medio ambiente y el incremento de la productividad y el crecimiento económico.
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La innovación, las tecnologías y el cambio de comportamiento son fundamentales para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos
“La pérdida y el desperdicio de alimentos es un gran desafío de nuestro tiempo” afirmó el Sr. QU Dongyu, Director General de la FAO, instando a fortalecer las asociaciones, aumentar las inversiones públicas y privadas en capacitación de los pequeños agricultores, tecnología e innovación con miras a intensificar la lucha contra la pérdida y el desperdicio de alimentos habida cuenta de que “nuestro planeta es un pequeño barco en el universo”.
“El tratamiento poscosecha innovador, los sistemas agrícolas y alimentarios digitales y la reorganización de los canales comerciales ofrecen enormes posibilidades para abordar los problemas de la pérdida y el desperdicio de alimentos. Acabamos de crear una asociación con IBM, Microsoft y el Vaticano para impulsar la inteligencia artificial en todas estas esferas”, añadió el Sr. QU.
La Sra. Inger Andersen, Directora Ejecutiva del PNUMA, alentó a los gobiernos a incluir la pérdida y el desperdicio de alimentos en sus estrategias nacionales sobre el clima.
“Hasta el momento, solo 11 países han incluido la pérdida de alimentos en sus contribuciones determinadas a nivel nacional. Ninguno ha incluido el desperdicio de alimentos. Incorporando la pérdida y el desperdicio de alimentos y las dietas sostenibles en los planes revisados sobre el clima, los encargados de formular políticas pueden mejorar sus medidas de mitigación y adaptación de los sistemas alimentarios hasta un 25 %”, declaró Andersen.
Calificando la pérdida y el desperdicio de alimentos como “un ultraje ético” dado el gran número de personas que padecen hambre, el Sr. António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, en un mensaje enviado en apoyo del Día, instó a todos a desempeñar el papel que les corresponde para hacer frente a este problema. En este sentido, exhortó a los países a establecer una meta de reducción y a cuantificar su pérdida y desperdicio de alimentos, promovió la inclusión de medidas normativas en este ámbito en los planes sobre el clima de conformidad con el Acuerdo de París, y alentó a las empresas a adoptar un enfoque similar y a las personas a comprar con cuidado, almacenar correctamente los alimentos y aprovechar las sobras.
Los ponentes y los participantes en los paneles de discusión procedentes de las Naciones Unidas, la Comisión Europea, los sectores privado y público, los ministerios de agricultura de países en desarrollo y desarrollados, organizaciones y asociaciones de agricultores, mercados y consumidores, el mundo académico y el sector gastronómico se hicieron eco de la necesidad de que todas las personas se unan y redoblen los esfuerzos por reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, en particular a través de la innovación, las tecnologías y la educación, de cambiar las normas de conducta para alejarlas del desperdicio, de cuantificar los progresos y llevar un seguimiento de los mismos, y de trabajar para aumentar la disponibilidad de alimentos y reducir la huella ecológica de la producción agrícola (temas que se estudiarán en profundidad en la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de 2021).
Soluciones para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos
Entre las soluciones encaminadas a detener la pérdida y el desperdicio de alimentos se cuentan las siguientes: la obtención de datos sólidos para conocer en qué lugar de la cadena de valor se producen las mayores pérdidas y desperdicio de alimentos; la aplicación de la innovación (por ejemplo, plataformas de comercio electrónico para la comercialización o sistemas de elaboración de alimentos plegables y móviles); incentivos gubernamentales para fortalecer la adopción por parte del sector privado de medidas contra la pérdida y el desperdicio de alimentos y la colaboración entre distintas cadenas de suministro; inversiones en capacitación, tecnología e innovación, en particular dirigidas a los productores en pequeña escala; la mejora del envasado de alimentos y la relajación de los reglamentos y las normas sobre los requisitos estéticos para las frutas y las hortalizas; comportamientos que valoren los alimentos y los aprovechen al máximo en el hogar; la redistribución del excedente de alimentos inocuos a personas necesitadas a través de bancos de alimentos; la facilitación del acceso de los agricultores a los consumidores y el acortamiento de las cadenas de valor a través de mercados de agricultores y vínculos entre el medio rural y el urbano; y una mayor inversión en el fortalecimiento de la infraestructura y la logística, por ejemplo, en cadenas de frío y tecnologías de enfriamiento sostenibles.
En muchos países se pierde una gran parte de la producción durante el transporte. Para afrontar este problema, la FAO ha introducido envases a granel mejorados y sostenibles (con cajas de plástico apilables y anidables), junto con buenas prácticas de gestión poscosecha, para transportar productos frescos en algunos países de Asia meridional y sudoriental. El uso de cajas para el transporte ha reducido las pérdidas de hortalizas y frutas hasta un 87 %. En aquellos casos en que las cajas reemplazaron las bolsas de plástico de un solo uso, esto también ha generado beneficios ambientales (fuente: El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2019, pág. 37).
El PNUMA, junto con la coalición de alto nivel Champions 12.3, ha elaborado un enfoque centrado en el establecimiento de una meta, la medición y la actuación para la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos. El Reino Unido, un pionero en la aplicación de este enfoque, ha logrado una reducción del 27 % en la pérdida y el desperdicio de alimentos per cápita tras la salida de la explotación agrícola en 2018 en comparación con sus datos de referencia de 2007, lo que le convierte en el primer país del mundo en haber avanzado más de la mitad del camino hacia la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible 12.3. La solidez de los datos ha ayudado al Reino Unido a justificar la adopción de medidas, junto con una asociación eficaz entre los sectores público y privado encaminada a facilitar la colaboración entre distintas cadenas de suministro, gracias a la cual se aprovecha la innovación en la promoción, el etiquetado y el diseño de alimentos, y una campaña de larga data para el cambio de comportamiento del público, que durante la pandemia mundial ha redoblado los esfuerzos y aumentado las repercusiones en los hábitos de alimentación de los hogares. Varias empresas, entre ellas Tesco (Europa central), Campbell y Arla Foods, han logrado reducciones de más del 25 % de la pérdida y el desperdicio de alimentos, lo que sugiere que las empresas también pueden alcanzar la meta.
Un nuevo centro de excelencia africano en pro de la sostenibilidad de los sistemas de enfriamiento y la cadena de frío, ubicado en Rwanda, está ayudando a llevar la producción de los agricultores al mercado de manera rápida y eficaz, con lo que se reduce el desperdicio de alimentos, se aumentan los beneficios y se crean puestos de trabajo.
En otros lugares, emprendedores jóvenes como Isaac Sesi, que intervino en el acto, también luchan contra la pérdida de alimentos a través de la innovación. El Sr. Sesi y el laboratorio de innovación para la reducción de las pérdidas poscosecha de la iniciativa “Feed the Future” de la Universidad del Estado de Kansas están proporcionando a los agricultores de Ghana -el país de origen de Isaac- un higrómetro asequible denominado GrainMate, que mide el contenido de humedad del maíz y de otros granos, de modo que ayuda a los agricultores a asegurarse de que los granos estén lo suficientemente secos y a abordar la principal causa de la pérdida poscosecha en los granos, a saber, un secado insuficiente antes del almacenamiento, que propicia la proliferación de hongos, la contaminación y la infestación por insectos.
Pérdida y desperdicio de alimentos: hechos y cifras
Por lo que hace a las emisiones de GEI, los alimentos que se pierden están asociados con el equivalente a 1,5 gigatoneladas aproximadamente de dióxido de carbono (CO2) al año.
El PNUMA publicará nuevas estimaciones sobre el desperdicio de alimentos a nivel nacional en los ámbitos de la venta al por menor, los servicios alimentarios y los hogares en su informe sobre el índice de desperdicio de alimentos a principios de 2021, así como una metodología común para la medición del desperdicio de alimentos a escala nacional en el Día Mundial de la Alimentación, que se celebrará el 16 de octubre de 2020.
En los estudios encargados por la FAO antes de la pandemia se estima que las pérdidas en las explotaciones agrícolas de frutas y hortalizas en el África subsahariana son de hasta el 50 %, lo que supone el porcentaje más alto del mundo. En el caso de los cereales y las legumbres, las pérdidas en las explotaciones agrícolas son de hasta el 18 %, lo que representa el porcentaje más alto del mundo junto con algunas partes de Asia.
Es probable que reduciendo la pérdida de alimentos en las fases iniciales de la cadena de suministro -esto es, en la explotación agrícola- en los países con mayores niveles de inseguridad alimentaria se obtenga el resultado más positivo en cuanto al aumento de la seguridad alimentaria.
Muchos países abordan el crecimiento de la demanda de alimentos aumentando la producción agrícola sin reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, con lo que agravan la presión sobre el medio ambiente y los recursos naturales, cada vez más escasos.
Más información sobre el acto
La celebración del Día, con el eslogan Pon fin a la pérdida y el desperdicio de alimentos. Por las personas. Por el planeta, tuvo lugar durante el 75.º período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
El acto fue organizado por la FAO y el PNUMA, que son los organismos dirigentes de los esfuerzos mundiales en materia de reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos junto con Andorra, la Argentina y San Marino, que contribuyeron de forma decisiva en el establecimiento del Día Internacional a través de la aprobación unánime el último año de una resolución de la Asamblea General.
Algunos de los ponentes principales fueron los siguientes: Luis Basterra, Ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Argentina; Maria Ubach Font, Ministra de Relaciones Exteriores de Andorra; Luca Beccari, Ministro de Relaciones Exteriores, Cooperación Económica Internacional y Telecomunicaciones de San Marino; Bekir Pakdemirli, Ministro de Agricultura y Bosques de Turquía; Stella Kyriakides, Comisaria de Salud y Seguridad Alimentaria de la Comisión Europea; Gilbert F. Houngbo, Presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola; Amir Abdulla, Director Ejecutivo Adjunto del Programa Mundial de Alimentos; Martien van Nieuwkoop, Director Mundial de Agricultura y Alimentación del Banco Mundial; y el chef José Andrés.
Tras los discursos principales se mantuvieron dos paneles de discusión sobre la pérdida y el desperdicio de alimentos en relación con la sostenibilidad y con la innovación.
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